¿MEMORIA CANALLA?

MEMORIA CANALLA

LAS PAREDES NO SE RAYAN, SOBRE ELLAS NO SE DIBUJA, NO SE PINTA. ¿POR QUÉ NO?

Crecemos pensando que es incorrecto, indebido, de mal gusto y malos modales hacer cualquier inscripción sobre la pared. Entre nuestros recuerdos preciados rara vez está aquel día en que mamá nos encontró con crayola en mano rayando las paredes de casa. Nuestros primeros trazos públicos son usualmente condenados al regaño y relegados a pedacitos de papel que se fijan a la nevera con un imán y son expuestos orgullosamente a las visitas de turno, algunos, con suerte, saltan años más tarde a la sala en un bonito marco o a la oficina de papá o mamá. Las paredes vuelven a su impecable estado original y bajo esas capas de pintura se comienza a sepultar la libertad original de nacimiento que todas y todos tuvimos, comienza la larga enseñanza de aquello que está bien y eso que está mal. Comienza nuestra memoria pública y oficial, de logros y reconocimientos, aquella que se consigna en las páginas del álbum familiar, en los diplomas y videos familiares. Junto a ella, también construimos la memoria proscrita, aquella de lo indebido y perseguido, la memoria canalla, porque entre otras cosas: “La muralla es el papel del canalla”.

Formalmente MEMORIA CANALLA se presentó (2009) como uno de los proyectos ganadores del concurso “Ciudad y Patrimonio” (2008) del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, entidad que  “tiene el propósito de fomentar y fortalecer los proyectos de investigación, creación y divulgación del patrimonio de Bogotá”. Memoria Canalla recopiló durante 3 meses, en una exposición pública, parte de la historia desterrada y perseguida de los muros de Bogotá, parte de esa memoria que durante décadas ha estado presente de manera contundente y determinante en los recorridos de muchas y muchos bogotanos, en sus pasiones, sus anécdotas, sus gustos y odios, sus imaginarios individuales y colectivos, pero que por su condición ilegal y efímera no se tiene en cuenta cabalmente en espacios de estudio y exposición, haciendo justicia a su real importancia y valor.

A la fecha, en un presente en el que desde diversas instituciones públicas y privadas el movimiento de graffiti en Bogotá se presenta como una más de sus estrategias de supuesta “revitalización” y “construcción de memoria”, y de medios masivos hacia afuera se habla de “graffiti responsable y lúdico”, es necesario e importante revisar proyectos que rastrearon y exaltaron el graffiti desde su contundencia verdadera: la ilegalidad, el anonimato, el vandalismo, la independencia, en contraste  con los indicadores institucionales y el discurso políticamente correcto al que se ha reducido la importancia del graffiti en Bogotá en los últimos años bajo proyectos que transforman discursos personales en consignas institucionales, rasgos de larga tradición en motivos decorativos y que por el contrario de ser plataformas para construir memoria, desprecian y anulan historias y saberes que se han construido desde la experiencia y los recorridos de habitantes de esta ciudad a los que se les llama graffiteros: los que escriben su pseudónimo una y otra vez, los que utilizan esténciles para repetir imágenes y frases, esos que defienden las banderas e historia de su equipo de futbol, los que denuncian y señalan, los que odian o aman.

El proyecto Memoria Canalla logró entrar en un espacio de aceptación social y cultural como lo fue el Museo de Bogotá, mediante una convocatoria dirigida a proyectos de investigación sobre patrimonio inmaterial en Bogotá, ahí radica uno de sus principales logros: darle al graffiti la categoría de patrimonio, al graffiti diario, a ese que se hace a ras de suelo, mientras se camina, a ese que destruye fachadas. Graffiti entendido como patrimonio, documentado y expuesto en un espacio del Instituto que paradójicamente se encarga de la asignación y protección de los inmuebles patrimoniales de la ciudad. Durante tres meses las personas que visitaron el museo pudieron ver las herramientas de un oficio proscrito, pudieron ver de primera mano documentos de estudio y práctica de un oficio sin academia pero con valores y ética, durante tres meses practicantes locales y extrajeros de este oficio estuvieron recorriendo calles de Bogotá, pegando carteles, pintando con herramientas hechizas, extensores, aerosoles, marcadores y crayolas, sobre paredes, pisos, puertas, ventanas, como invitados en un proyecto que contó con el aval del Instituto de patrimonio: Memoria Canalla.

 

HOGAR* (Diciembre 2015)

memoriacanalla@gmail.com

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https://www.flickr.com/photos/memoriacanalla/

edicioneshogar.wordpress.com/

 

 

5 Respuestas a “¿MEMORIA CANALLA?

  1. MUY INTERESANTE SU PROYECTO Y FILOSOFÌA, ME GUSTA RETRATAR MURALES, DE PRONTO EN EL FUTURO LESANEXO ALGUNOS GRAFITIS GRACIAS NELSON

  2. lo mejor que ha psado en un museo aqui en bogota

  3. del color a la luz,,,, del sonido a la imagen….repunta aquella memoria negada… ese soplo que abre huecos en los muros para que la libertad huya de la tiranía…. exitos a los libertarios de la memoria….

  4. En la actualidad hay mucha gente interesada en conocer del arte llamemoslo callejero…que bien que los conozcan en el exterior. Vivo en Canada y aunque conozco poco de arte, he visto que aqui se interesan mucho por el tipo de arte que ustedes disenhan. Animo y si necesitan informacion contacten…me encanatria conocer mas del tema.

  5. buenas buenas soy de lima peru trabajo en konjunto kon pesimo hace mas de 10 años aki me gustaria ke vieran nuestro trabajo aver siles agrada espero su respuesta paz

    http://www.flickr.com/pesimo
    http://www.flickr.com/entes

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